miércoles, 2 de septiembre de 2009

Cuadro por cuadro

Quiero tener una pupila muy muy rápida, quiero ver al mundo en stop motion, la cuántica me dice que en realidad eso es lo que sucede, las paradojas de Zenon.
No hay desplazamiento, hay miles de imágenes que la pupila retiene y el cerebro unifica en la ilusión de continuidad. El mundo se crea en instantes cada uno casi exactamente igual al anterior, nunca tuvo tanto sentido decir que somos seres animados, miles de seres estáticos que somos y dejamos de ser en una sucesión casi eterna por lo infinitesimal, en cierta forma eternos e infinitos, infinitos en un segundo, en una milésima de segundo, en una millonésima, como los números en un intervalo cualquiera, y así quien no tiene esquizofrenia.
El primer Aquiles nunca alcanzó ala tortuga, el segundo tampoco ni el tercero, Aquiles (n) tampoco la alcanzó, nació junto a ella, exactamente como si alguien hiciera un arduo y meticuloso stop motion de su carrera, la tortuga, tampoco era la misma.
Un bonito aforismo sería decir que somos herederos del instante, y esa herencia es nuestro yo, al no existir una continuidad ontológica, la fantasmagoria de la autoconciencia es en realidad ese conocimiento que pasa de un instante al siguiente quien sabe porqué demoniaca o demiúrgica intención.
Y he aquí que se mezclan seres entre los instantes sin que sean percibidos dejando un infinitesimal de su esencia, algunos son tan recurrentes que superan la barrera del x sobre infinito y su influencia se retiene en un número infinito pero limitado a intervalos de imágenes propias, se comparte pues esa herencia nueva y se empieza a ser varios, varias herencias que por azar comparten al mismo ser instantáneo en su continua ondulación entre el ser y la no existencia.
Y de pronto Corten!

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