lunes, 25 de noviembre de 2013

Un matrimonio.

Un tipo tiene el juicio nublado por el alcohol, está feliz. Es una fiesta al fin y al cabo.
Tiene un arma. No es un revolver, es un ak47. No es raro, no es el único en la fiesta que tiene uno. Así se celebran estas cosas, no se puede ir a un matrimonio en Yemen sin un ak47.
Ya dijimos que el tipo tiene el juicio nublado por el alcohol, y aunque no nos equivocamos, sus acciones no serán  producto de un mal razonamiento ¿o sí?
Si sí, su razonamiento no es suyo, es centenario (¿milenario?) las ráfagas al aire han sido sinónimo de celebración desde hace mucho. Bueno, también son sinónimo de amenaza, pero ahora no, ahora son muestras de alegría.
Hay otras cosas nubladas por el alcohol, la vista, los reflejos, la motricidad, la prudencia ...
Hay otras cosas potenciadas por el alcohol, la alegría, la euforia, la despreocupación, la valentía, la temeridad...
Suena el gangnam style, (sí, eso decía la noticia y yo no estoy para darme licencias literarias en pro de un escrito que ya es en sí una licencia) suena el gangnam style y la alegría se alimenta de la emoción y desemboca en baile y qué mejor momento que este para disparar una ráfaga al cielo con la insolencia del hombre feliz.
Pero un ak47 es un bicho pesado, casi tan pesado como la culpa.
"¿Cuál culpa?", preguntarán; pues, la culpa que lo aplastará después de asesinar por accidente a tres personas mientras intentaba dispararle al cielo. El fusil se inclina hacia la multitud que baila al resbalar de sus manos de hombre ebrio y feliz.
Creería que no duró feliz mucho más tiempo después de eso, tampoco creo que le durara la ebriedad.

Ahora hay una pareja que recuerda su matrimonio como el día que mataron a tres conocidos (o amigos, o familiares), alguien recordará ese matrimonio como el día en que mataron a un amigo (o a tres). No logro explicarme, lo que quiero decir es que se truncaron muchas historias mientras se desarrollaba esta. Básicamente la nostalgia es eso, historias truncadas. Lo que uno quiso que fuera y no fue tiende a convertirse en lo mejor que pudo haber pasado. De ahí Galán, de ahí Gaitán, de ahí el amor platónico.

Yo digo que dios empujó el fusil porque no le gusta que le apunten, y porque el diablo empuja cuchillos, nunca he oído que lo culpen de empujar ak47's.



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