En uno de esos instantes en los que relajarse un poco más implicaría entrar en estado de coma, ud., y la que comparte dicho momento miran el techo esperando poco más de la vida aparte de la prolongación indefinida de ese estado.
Ud., pero no todo su cuerpo. Hay pedazos suyos que esperan pacientes, aguantan sus maltratos, obedecen silenciosos,añoran esos instantes para recuperar la voluntad perdida y hacer loquelesvengaengana. Eso pasa con mi mano derecha.
En este momento mismo, me obedece y teclea, casi absolutamente esclava de mi voluntad.
Y sin embargo en esos momentos previamente descritos logra una suerte de emancipación que hasta ahora no ha traído sino buenos resultados. Generalmente está tirada sobre la cama, palma abajo, cuando empiezo a sentir cómo cada uno de los dedos empieza a moverse bajo órdenes que no son las mías. Mi mano, aprovechando la ausencia de mi voluntad, a tomado el control de si misma.
Poco tiempo le toma incorporarse, en ese instante descubro su pretención zoomorfa. Quiere ser un dinosaurio. El dedo medio se yergue primero, este sera el cuello y la cabeza del nuevo animal, casi al mismo tiempo los dedos corazón e índice hacen presión sobre el colchón levantando oblicuamente la mano entera, dando la impresión de haberse convertido en una suerte de extremidades delanteras. Ahora mi mano es un pequeño saurio sentado, ya no es mi mano. La metamorfosis concluye cuando los cuartos traseros, el meñique y el pulgar, se yerguen a su vez. Ya es casi libre, digo casi, no porque le quede algún ripio de obediencia, solo la limita el estar cruelmente atada a la muñeca, debe cargar el fardo de un brazo entero, de un cuerpo entero, debe cargarme.
Tiendo a usar el femenino cuando me refiero a este nuevo ser porque es una mano, sin embargo estoy seguro de que es un macho. Es territorial, ingenuo, libidinoso, y siente una atracción profunda por las mujeres.
Es por eso que prefiere despertar en esos momentos, dado que sus exploraciones no pueden ir mucho más lejos de lo que mi cadáver le permita, cuando estoy (estamos) solos su despertar culminaría en un tedio flagrante.
Estando ella la cosa es distinta. Comienza por superar el obstáculo de mi propio cuerpo trepando sobre mi abdomen, de alguna forma logra la colaboración de mi brazo. Se acerca a su cara (la de ella, la mujer que comparte ese limbo cotidiano conmigo) se sienta sobre el meñique y el pulgar, levanta el índice y el medio, y saluda.
1 comentario:
oiga ya hace mucho que escribió esto... ¿de qué sirve ser un lector fiel si no le responden a uno de la misma manera?
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