viernes, 10 de febrero de 2012

De mis atracos.

A uno le dicen: "quédese quieto" y no es propiamente la voluntad la que obedece. Uno quisiera dejar al tipo noqueado en el piso; una patada en los testículos (inesperada) un golpe directo al esternón, y para rematar, cuando el dolor y la asfixia doblen al ladrón, un violento manotazo en la  nuca, a lo película, sanseacabó.
En vez de eso, los músculos obedecen la orden de quedarse quietos como perros amaestrados.
-Deme el celular-
Ahí empieza a reaccionar la lengua, mucho antes que el brazo porque por muy Bruce Lee que uno quiera ser, le brota mucho más natural la malicia del Lazarillo.
-Vea hermano, es viejo y malo-
- Deme el celular!-
- Tome parce (sí, en esos casos brota muy natural el "parce") pero de verdad no le va a servir pa'un culo, no le van a dar ni 3 lucas por él-
El tipo lo mira con un poco de lástima (es un Alcatel) y me lo devuelve.
-La billetera-
-Coja la plata y déjeme los papeles-
-Bueno, pase la plata. Pero rápido-
Uno saca la billetera y empieza a darle los billetes, llegamos al punto en que no vale la pena esconder ninguno, un poco porque plata no hay mucha y esa operación un tanto riesgosa no significaría conservar más de 5000 pesos y un poco porque uno ya es consciente de su calidad de atracado, es un papel como cualquier otro en la vida, como el de empleado o cliente y uno, por desgracia no es ni peleón ni avivato.
La extraña familiaridad con que se desarrolló el incidente anima al tipo a separar uno de sus recién adquiridos billetes, uno de 2000, y dármelo con un "pal bus".
-Ahora camine por esta calle derechito hasta la esquina y no se voltee, no haga pendejadas y no no se haga chuzar que usté es todo bien-
Uno camina resignado, yo generalmente me prendo un cigarrillo pensando en lo relativamente sencillo y vergonzoso que me resulta sobrevivir en esas situaciones. Me imagino nuevamente la escena de los 3 golpes y pienso, en esos instantes más convencido que nunca, que jamás voy a ser capaz de reaccionar así, nunca voy a darle una tunda a un ladrón.
Hay una parte bonita del Quijote en la que el caballero obliga a que le abran la jaula de un león para enfrentarse a él en "singular batalla", el león lo ignora totalmente y tal batalla no sucede, sin embargo se ha dado prueba fehaciente del valor del caballero. Le sigue una reflexión sobre las virtudes y como éstas son el punto justo entre dos extremos. La valentía por ejemplo se encuentra en algún lugar entre el ser cobarde y el ser temerario; dice don Quijote que resulta mucho más fácil llegar de la segunda a la virtud, es decir, tiene muchas más posibilidades de llegar a ser valiente el temerario que el cobarde.
Creo que con la prudencia pasa algo muy parecido pero al contrario, la prudencia es la virtud a la que podemos aspirar los cobardes.





2 comentarios:

Ana María Mesa Villegas dijo...

Me mandaron una lecturita que habla sobre esa última parte que mencionas, sobre esos equilibrios que hacen que uno sea una persona sensata, ni muy allá, ni muy acá en el espectro de las maneras de ser. Me gusta más esta manera tuya con el ejemplo del Quijote.
A mí solo me han intentado atracar una vez: el tipo me abrazó como si fuera amigo mío y me dijo "quédese quieta mamita" a lo que yo reaccioné moviéndome mucho. Finalmente el hombre, que creo que iba sin armas, se rindió, me soltó y se fue. Cuando se devolvió - íbamos bajando unas escalas que aquí son muy frecuentes por el terreno - dijo "esta maricona ya fue", lo sé porque una niña que venía detrás de nosotros lo oyó decir eso. A esa niña la miré y le extendí mi mano como buscando ayuda y ella me cogió la mano y las dos, desconocidas, bajamos las escaleras cogidas de la mano y a la carrera. Solo cuando estaba abajo y en un lugar más seguro me puse a llorar de la ira porque lo que yo hubiera querido hacer en ese momento era matar a ese HP que no me hizo nada.

Susana dijo...

Muy considerado el man que te dio pal bus.

A mí sólo me han atracado una vez ( http://laluaja.blogspot.com/2010/07/si-buenas-pa-lo-del-baldado-de-sal.html ), las otras veces que me han robado, no me he dado cuenta de cómo me roban.