jueves, 31 de mayo de 2012

Uno se pone a pensar en crímenes atroces y lo primero que siente es rabia.
Es raro porque esa rabia debe ser la misma que motiva esos crímenes, rabia contenida que se transforma en enfermedad mental. Y es que el mundo en sí da piedra.
No quiero hacer juicios morales de ningún tipo, no voy a aclarar que ante todo repudio esos crímenes como soporte de lo que quiero decir, mi opinión sobre el asunto no cuenta  (bueno todo este texto no cuenta mucho más).
El caso es que de la rabia que producen estos crímenes nacen afirmaciones espontáneas de rechazo, que no más, que marchemos, que esto no se puede quedar impune, y así.
Hay una de estas afirmaciones especialmente peligrosa que nos brota muy fácilmente, nos nace decir que hay que matar a esos hijueputas.
Yo lo he dicho. Más grave aún lo he sentido.
Y es que uno de verdad piensa que hay que matar a esos hijueputas, hay que darles bala.
Cuando la rabia pasa un poco (cosa que sucede muy rápido porque ya perdí hace rato la capacidad de indignarme por más de media hora) uno trata de justificar "racionalmente" las afirmaciones que hizo.
A esos tipos hay que matarlos porque son un peligro para la sociedad.
Para mí no tiene sentido un sistema judicial basado en la culpa y el castigo, utópicamente uno no va a la cárcel a que lo castiguen por lo que hizo, uno va a la cárcel para rehabilitarse como ciudadano y poder volver a formar parte de la sociedad sin representar un peligro para los demás.
La muerte entonces sólo se puede contemplar como herramienta judicial en el momento en el que la existencia de una persona representa un peligro latente, permanente e incorregible para el resto de la sociedad.
Esa última afirmación trae problemas. Uno de ellos es que uno puede llegar a ser un peligro para quienes lo rodean sin que sus acciones justifiquen una medida tan radical. Uno puede ser un peligro siendo inocente. ¿Cómo se condena a un inocente?
Otro problema es que un asesino es un peligro para una sociedad porque él decide según su criterio quien tiene y quién no tiene derecho a vivir, así que la sociedad decide según su criterio que ese sujeto no tiene derecho a vivir.
...

Otra cosa me molesta sobre este asunto.
Hace algunos años cuando un padre secuestró y asesinó a su bebe, la gente indignada pedía muerte para este sujeto. Comprensible.
En unas declaraciones a la prensa, ante la pregunta de sí aprobaría una eventual reactivación de la pena de muerte en Colombia, Álvaro Uribe, entonces presidente, dijo una de las pocas cosas sensatas que le he oído decir; dijo que Colombia era un país que constitucionalmente no creía en la pena de muerte.
Claro, era una respuesta sumamente hipócrita y descarada,  a alguien que apoya la salida militar del conflicto por encima de todo le suena raro decir eso (y esa sola idea basta, no hay que meterse con las denuncias sobre paramilitarismo ni con toda la oscuridad que rodea a ese personaje para decir que la respuesta fue hipócrita y descarada). Muy inteligentemente no dijo que él no creía en la pena de muerte, dijo que Colombia, en su constitución, declaraba no creer en eso.
Hubo muchas reacciones de uribistas furibundos que rechazaban la falta de cojones del presidente en esta ocasión, ellos querían pena de muerte para ese hijueputa.
En un país con un conflicto interno de más de 50 años, donde se cometen atrocidades innombrables casi todo el tiempo (perdonen el lugar común pero creo que es verdad), la gente pide pena de muerte por un crimen aislado, cometido por un enfermo mental totalmente ajeno al conflicto, al que los medios le dan un cubrimiento exagerado amarillista y desenfrenadamente patético, con imágenes en blanco y negro y ese violoncelo que tanto le gusta a caracol y a rcn.
En ese orden de ideas la gente debería pedir que el gobierno controlara la libertad de expresión porque existe Edgar Perea. Un caso no puede determinar una legislación.
Pero es que era un bebe.

...

Yo no sé si estoy en contra de la pena de muerte, creo que en este sistema sería altamente peligrosa y perjudicial. Una cosa es que el estado* mate como mata, que ya es bastante malo, otra cosa es que lo vuelva legal.



*digo el estado porque a los otros victimarios no les corresponde legalizar o no la muerte, ellos matan y ya.




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