jueves, 7 de junio de 2012

Mataron a William

Raro, pienso en los muertos. Pienso en los que no se dan cuenta de que están muertos, algo como lo que describía en la entrada anterior, una idea que alguien recogió,  mejoro y convirtió en un buen cuento.
No me imagino mayor desgracia para un suicida que lograrlo y no darse cuenta. Estar atrapado en el mundo creyendo uno que está vivo habiéndose matado.
Se necesita creer en el alma inmortal, en la diferenciación precisa entre alma y cuerpo, en los fantasmas. Filosóficamente no es una idea muy buena, pero para perder el tiempo es divertida. Desventuras de tu alma inmortal.
Metido en estas cavilaciones ociosas y perjudiciales empiezo a oír gritos, llantos y lamentos que entran por la ventana. Vivo al lado de una funeraria. Una mujer con una voz desgarrada, que puede ser muy vieja o muy joven y que no logro ver, pregunta a gritos porqué le mataron a su William.  Y se es tan cínico que a pesar de ser conmovedor el llanto de la señora se tiene tiempo para pensar en cómo se escribirá ese William. También se piensa en como el dolor hace que la vos pierda la edad. Los gritos de una señora anciana suenan bastante parecidos a los de una joven. La infancia, y tal vez solo ella entre las edades, imprime un sello único y terrorífico en esos gritos.
Pero ese no es el tema. El tema es que está uno aquí jugando con la muerte y a 15 metros está otra persona que sí se murió de verdad. Y una mujer que llora esa muerte, que grita como si quisiera morirse también.
No digo jugando con la muerte en el sentido de poner la vida en riesgo, digo jugando con la muerte como se juega con las ideas. Uno las disfraza, las contextualiza, les da poderes. Es como estrenar un juguete al que uno sumerge en montones de mundos imaginarios y pone a prueba en tremendas aventuras. Así juego yo con la muerte; mejor, así juego yo con la idea de la muerte. Puedo pensar en la cesación de la existencia o en la permanencia eterna de uno mismo y en el profundo terror que esas opciones me inspiran. Pero también pienso en asistir a mi funeral para ver quién está llorando y en ir a jalarle las patas a un par de exnovias y al tipo de la inmobiliaria que me demandó.
Mientras tanto la mujer sigue llorando a su William.
Me confunden los grados de solemnidad de la muerte. Esto que oigo es un espectáculo atroz; llega alguien más que pregunta a gritos cómo y cuándo pasó,  porqué y quién y dónde y todas esas preguntas que yo no me atrevería a hacerle a una señora que le grita al mundo que porqué le quitó a su William. El llanto de esa señora es escandaloso pero solemne. Raro que algo tan común sea aún tan solemne.
Espero que William no venga esta noche a jalarme las patas.

2 comentarios:

Lizeth dijo...

Me imaginé eso que dice pero en boca de dios [esa otra entidad]: alguien se muere para servir a los juegos conceptuales de una causa primera [si la hay].

En otras noticias, vea le comparto: http://4.bp.blogspot.com/-XldulObZzyU/TqlYHxttS1I/AAAAAAAAA_o/wZ5g7Z8kfMA/s1600/ghosts-blog.jpg [me acordé de nuestras conversas sobre fantasmas. Yo seguro soy chocarrero].

Sent from my Ouija.

Lizeth dijo...

Jo, tuve una epifanía: si le jalan las patas puede decir "me asustastes Williamcito".