viernes, 11 de julio de 2014

Del mundial

Yo no había escrito sobre el mundial.
Y claro no es que tenga que escribir sobre el mundial, pero no había escrito nada en general.
La primera vez que calqué algo en la vida tratando de que un dibujo me quedara bien lo hice con un papel mantequilla viejo sobre la portada de un álbum no oficial de México 86. Maradona en la portada. Me acuerdo mucho de que el sol me pareció chiquitico en la foto, acostumbrado como estaba a dibujar grandes soles sonrientes en la esquina superior izquierda de la hoja. No era 1986, probablemente les estoy hablando del 88 o el 89.
Yo estudiaba en el colegio italiano de Bogotá. En el 90, tuvimos que aprendernos el himno del mundial y cantarlo en el coro del colegio. Los italianos y su particular fascinación por los cantantes roncos; de todas formas me lo aprendí, y hoy en día me parece la mejor canción de mundial entre los que me ha tocado vivir. Vivir y recordar porque en el 86 estaba vivo pero tenía 2.
Del mundial del 90, recuerdo, como la mayoría, el gol de Rincón y la cagada de Higuita contra Camerún, y recuerdo a mi mamá, que nunca ha sido futbolera, emberracada con el arquero y sus salidas jugando hasta la mitad de la cancha. Aparte de eso recuerdo jugar metegoltapa y pedirme siempre que me tocaba tapar ser Bodo Illgner. Bodo Ingler le decía yo en esa época. Recuerdo el penal que tapó con los pies.
Del 94 recuerdo el antes:  Max caimán, el libro álbum, el 5-0, ser la 14ava selección del mundo, ganarle a los equipos de la liga inglesa; el durante: Rumania y lo terriblemente buen jugador que resultó siendo Hagi, el autogol, el triunfo yapaqué; y el después, el asesinato de Andrés Escobar.
La idea de esto no era hacer una crónica pendeja sobre mi relación con los mundiales, ni siquiera pone al lector en contexto, pero así salió, lo que realmente quería era organizar mis impresiones sobre el mundial y sobre la selección.
En retrospectiva la sensación que más estuvo presente para mí en este mundial fue el miedo. Un miedo bonito pero brutal. Básicamente porque aunque ya no le tenía fe a la selección la quería ver ganar.
Estaba acostumbrado a verla perder, y a que sus esporádicas (o no tanto) victorias se empañaran en poco tiempo por derrotas estruendosas (o no tanto). Estaba acostumbrado al "y al final perdimos".
Y al final perdimos.
Lo duro es que cuando perdimos ya me estaba acostumbrado a ganar, y aunque en mi discurso primara una "mesura" desconfiada que me repetía que ya habíamos hecho bastante, en algún momento empecé a emocionarme ante la posibilidad de ganar la copa. En algún momento vi que teníamos una selección de jugadores profesionales comprometidos y talentosos, dirigidos por un técnico que parece ser la sabiduría encarnada en un argentino modesto. Sí, así de desmesurada es la imagen que tengo de Pekerman hoy.
Vi cómo un equipo nos desarmó a punta de pata y como la inexperiencia nos salió cara en ese partido. Pero incluso ahí, vi a una selección que aunque mostró en un comienzo un miedo paralizante por el rival, cuando despertó jugó hasta que pitaron el final del partido, jugó con ganas y siempre pensando que el partido se podía ganar. Eso no lo teníamos antes. Eso no lo tengo yo ahora.





1 comentario:

Unknown dijo...

Que bonito es ver el fútbol por un momento con otros ojos. :)