miércoles, 18 de noviembre de 2015

Miedo comercial

Una de las cosas que más me perturba de un atraco es el miedo que deja, la certeza visceral de no estar seguro. Aunque es una consecuencia inevitable,  las circunstancias del robo afectan sus alcances y proporciones. (Hablo con la autoridad retórica de 8 atracos)
Hay lugares reconocidos en el imaginario popular por ser inseguros, lugares que se evitan porque el peligro es una etiqueta que tienen amarrada. Cuando se es víctima de un atraco en un lugar así se tiende a asumir la responsabilidad, por haber ido, por dar papaya.
Algunas otras veces, ciertos robos penetran las fronteras difusas de nuestras "zonas seguras". Recuerdo que a los 17 años me atracaron a poco más de 200 metros de mi casa, en un barrio relativamente tranquilo de Bogotá; ese atraco me asustó por años.
Creo que esas "fronteras" son recursos necesarios con los que contamos para hacer más vivible la vida, para convivir con riesgos que asumimos como improbables para no llenarnos de angustia permanente. Cuando se comprometen estas fronteras nos invade una espantosa sensación de indefensión. (Es posible que a estas alturas esté escribiendo en plural mayestático,  así que si siente algo parecido, querido lector, hágamelo saber para que no me avergüence tanto ese "nos").
Se me ocurre que esas fronteras con un tanto de experiencia y un mucho de prejuicio determinan en gran medida la evaluación que hacemos de los riesgos y nuestra reacción ante las tragedias.
Se me ocurre todo esto a raíz de esa pregunta un poco ingenua y muy molesta que pulula en estos días, esa que reclama indignada porqué ciertos muertos valen más.
Mi respuesta es ofensiva por lo simple, no valen más pero sí nos asustan más. ¿Si la violencia ataca a un habitante urbano de un país de primer mundo sin conflicto interno, qué garantías tiene el resto de la humanidad sobre su propia seguridad?
La misma lógica aplica para los crímenes contra los famosos, para el caso de los biólogos de los andes, para el 9/11 y para otros tantos.  Por eso acuñamos el término "terrorismo".
Claro, hay un circo mediático,  y claro, ese circo mediático es parcial y desinforma.
Claro, los medios son un negocio y el miedo vende.

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