Yo creo que dios, (Dios, por si las moscas), está un tanto obsesionado con demostrarme que cualquier afirmación que uno haga, cualquier acto de fe que se afirme, será irremediablemente controvertido por una ulterior malparidez cósmica.
Y claro, es contradictorio que un ser cuya condición necesaria para cualquier tipo de comunicación sea un acto de fe por parte del interlocutor.
También es una contradicción en sí la primera afirmación.
Pero no estamos aquí, (¿estamos aquí?) para resolver profundas cuestiones metafísicas, si no para evidenciar cierta manía cósmica de contradecir. El destino es un estudiante primíparo de filosofía. Un pinche escolástico con un fetiche autoerótico por la retórica sofista. Lo malo es que no sabe comunicarse más que a través de psíquicos o ejemplos palpables. Paila.
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