Supongamos que dios se inventa unas reglas para el mundo que creó (ese mundo que es él mismo porque en esta casa somos panteístas, por favor no insista) y de tanto someterse a ellas, un buen día, se le olvida que son sus reglas, inventadas por él y que en el fondo no tiene que cumplirlas. Las reglas quedan ahí porque sí, porque ahí están, porque ahí han estado siempre.
Dios podría romper esas reglas en cualquier momento pero no se acuerda de eso. Como en el cuento maluco ese del experimento de los micos, los bananos, la escalera y el chorro de agua. La diferencia es que dios es: los micos, los bananos, la escalera y el chorro de agua. El todo es una gran máquina de tortura panteísta y por lo tanto una gran máquina de tortura masoquista.
(Dijimos tortura porque no nos gustan las reglas que no sabemos de donde vienen, esas que parecen inventadas aleatoriamente para un juego cualquiera, un juego como el universo).
(Es gracioso que estemos hablando en primera persona plural; "nuestras mercedes", póngale que es para darle mayor fuerza al concepto del panteísmo, porque el que escribe (que soy yo) puede ser el todo, y ese todo lo incluye a usted también y los dos juntos somos nosotros), (le digo esto porque necesito que vaya pensando en una cosa que a mí me costó imaginar, que es que en este panteísmo, las partes (cada una de ellas) es el todo mismo, no una parte del todo) (Voy a tener que usar otros tipos de paréntesis y ya sé que eso de abusar de las paréntesis es un plagio que ya llevara a cabo con mayor éxito y excelso arte el grandísimo Macedonio Fernandez).
Hay partes de Dios que dominan a otras partes, muchas partes trabajan, y de esas muchas que trabajan, muchas odian el trabajo (les dará pereza al menos), unas, muy pocas hacen lo que les da la gana (yo no conozco a la primera de esas) otras hacen lo que les toca, la gran mayoría hace lo que le toca como le da la gana. Hay entre todas estas categorías unas partes (unas poquitas) que recuerdan, por epifanía, por borrachera o por las dos, que las reglas se podrían romper. Apenas hacen pública su reciente iluminación las otras partes las linchan, o les montan una iglesia y entonces, recibir diezmos, abrazos y bendiciones (invitaciones a dar conferencias y una buena dosis de calumnias) las ocupa tanto que no les queda tiempo para hacer nada con lo que saben ni para seguir sabiendo que tal vez es lo importante, porque como ya veremos de esa ignorancia depende la supervivencia del todo.
En conclusión las reglas se siguen cumpliendo pase lo que pase. De este panteísmo esquizofrénico y burócrata (por lo de las reglas pendejas, digo) no hay forma clara de salir.
Ahora asustémonos.
Dios podría volver a ser consciente de que él es el todo y cada una de sus partes. No solo eso, a pesar de ser el todo, siendo dios dios, podría él privarse del atributo de la existencia (ya sabemos que no es un atributo, que esa prueba de la existencia de dios no se tiene) (licencias del que nunca terminó el tercer semestre de filosofía). Supongamos que dios puede suicidarse.
Sabemos además que cada parte es el todo, y que por lo tanto cada parte tiene esa misma capacidad, es decir: tiene la capacidad de destruir el universo inmolándose. Lo único que le falta al apocalípsis es un suicida consciente.
Un día F se levanta consciente de que él es el todo, decide que en realidad (el) todo está muy mal hecho (sobre esto habrá discrepancias pero a F le importa muy poquito (y esto sí puede pasar así F y los que discrepan sean la misma cosa, o ¿ud. no tiene discrepancias con ud. mismo?)) y se suicida, se suicida con la plena intención de acabar con todo porque él es el todo, así usted, que también es el todo, no esté de acuerdo. Tenga su apocalípsis.
Claro, en todo este delirio hay una diferenciación gratuita entre el "pan-conocimiento" y la pan-acción", es decir: si F al destruirse destruye todo, porqué al saber no hace que todos sepan. Esta parte del asunto no me importa mucho, alguien más talentoso sabrá explicarla.
2 comentarios:
"No hay comentarios". Pues yo si que voy a hacer uno. El autor, que tiene una idea bastante plausible de lo Absoluto, puesto que es panteísta, ha olvidado que el ego (incluido ese ego desmesurado que él le atribuye todo el tiempo a su pan-theos) no puede ser otra cosa que un producto FUNCIONAL evolutivo. O sea, que el Dios panteísta no tiene ego, como sí (¡y de qué tamaño!) el Dios fudeo-cristiano, que es -me parece- el que él prefiere en el fondo, y cuyas incoherencias teológicas proyecta sobre... lo Absoluto. Que, por cierto, ni siquiera se llama Dios. En fin, que convendría que se aclarase.
Otro panteísta (este de verdad)
Aclaremos una cosa, "el autor" no es panteísta, es agnóstico, agnóstico puro, de los que no descarta ninguna opción. Las referencias al dios judeo-cristiano son inevitables, lo siento, en eso nací y crecí, y aunque me parece una de las opciones de cosmogonía más absurdas estoy acostumbrado a tenerlo en cuenta mientras me llevan delirios metafísicos. No he olvidado que el ego sea un producto funcional evolutivo, lo ignoraba completamente. Ahora que lo sé porque alguien me lo contó en un comentario en un blog que no tiene ni pretende tener ningún rigor filosófico seguramente sí lo ignoraré. Ahora, lo que se plantea acá es un delirio más literario (probablemente malo, y de poca calidad) que filosófico, solo quería proponer la posibilidad de que un cosmos que olvidó que es un todo en cada una de sus partes.
Mil gracias por su comentario, probablemente tenga razón.
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