miércoles, 13 de noviembre de 2019

Hola, volví

Uno produce triste, u obsesionado.
La melancolía puede ser una especie de obsesión.
La literatura latinoamericana que leía mi generación le tenía pavor a estar contento, era como si la felicidad fuera un poco indigna, o mentirosa. En el mejor de los casos fugaz. (Me devolví a este párrafo, no estaba muy lejos como 9 líneas más abajo, en "lugar común", ¿porqué latinoamericana?)
Seguro es una generalización grosera, seguro era la literatura que yo buscaba (también leí otras cosas, no solo sudamericanos tristes) porque me convencí de que la felicidad en este mundo era indigna. Ah tipo pa pendejo.
De todas formas nunca supe bien porqué sufría, no era realmente empático, ni consciente, ni preocupado, una mera y vacía oda a la melancolía.
Pero producía. Montones.
Conté muchas historias, pocas las terminé, pero no importa porque las ganas de contar vienen contando, como todo. La repetición trae maestría... y aburrimiento.
Estoy más contento, pero tengo mucha menos esperanza, seguro eso es la resignación. Desde la resignación es imposible crear, (y con ustedes querido público: ¡"el lugar común"!).
Ya no sé si lo que tengo es ganas de que la gente se empute y cambie las cosas o de que las destruya. De todas formas destruir es un concepto muy humano y muy iluso, en rigor nada puede ser destruido.
Así que destruir es cambiar, en términos puramente físicos. Me equivoqué, me fui a buscar en la RAE y "destruir" significa: "reducir(se) a pedazos o destrozar(se)", así que es perfectamente posible destruir. Chistoso ese reflexivo entre comillas, como un "yo sé que me estás leyendo, joven aspirante a escritor". Claro, ese joven aspirante a escritor ya no soy yo, porque ya ni joven ni aspirante. Escritor tampoco, claro está.
Esto es parte de una serie de ejercicios que quiero hacer para volver a escribir, siempre me funcionaron los flujos de consciencia, "conciencia", tuve que ir a buscar. Igual sería bonito lo primero, un flujo de consciencia, un flujo del conocimiento de la propia existencia, pero no me voy a esconder ahí, no era eso en lo que pensaba cuando escribí "funcionaron los flujos de consciencia" dos (ahora tres) renglones más arriba. Estoy que me devuelvo a cambiar la palabra "empute" que puse en el párrafo anterior, porque empute realmente no es un gran aporte al lenguaje, es imprecisa y no tiene fuerza, ni semántica ni fonética, ¿qué tienen que ver las putas ahí? Las putas, LAS putas, ¿es peor asumir de entrada que si uno se refiere a la prostitución habla de mujeres o caer en esa condescendencia pendeja de tratar de incluir a ambos sexos cuando se sabe que estadísticamente ahí no contamos para nada? Yo no hablo sobre feminismo, solo pregunto, a veces me responden y es bonito.
Me ha cambiado mucho la cabeza, hoy tengo un ataque de nostalgia y lo noto con fuerza, no me gustaba más mi cabeza, solo ciertas cosas que hacía. También es graciosa esa asociación gratuita ¿gratuita? de el "yo que crea" y la cabeza, reduccionista, seguramente. Pero para responderme, no, no es gratuita, somos hijos de la fantasía de los cerebros en un frasco, de matrix.

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